14 de noviembre de 2007

La democracia y el rey



"Bien pronto estaréis, gracias al cielo, lejos de las manos de vuestros rebeldes súbditos... Ahí, como veis, Primo mío, comparto todos vuestros sentimientos, y ruego a Dios que os mantenga en vuestro trono; pero no puedo aprobar, sin embargo, vuestra repugnancia por ese género de gobierno al que ha venido a darse el nombre de representativo, y que yo, por mi parte, llamo recreativo, no habiendo nada que yo conozca en el mundo tan divertido para un rey, sin hablar de la no pequeña utilidad que de él obtenemos... El gobierno representativo me conviene maravillosamente... Nos llega el dinero en abundancia. Preguntad a mi sobrino d'Angoulême, lo contamos por millares, o, para decir la verdad, a fe mía que ya ni lo contamos, desde que tenemos diputados propios, una mayoría, tal como se la llama, compacta; hay dispendios que hacer, pero pequeños... cien votos no me cuestan, estoy seguro, ni un mes de Mme. De Cayla... Ciertamente yo pensaba como vos, antes de mi viaje a Inglaterra; no amaba en absoluto eso del gobierno representativo; pero allí he visto lo que es: si el Turco no dudase, no querría otra cosa, y haría de su Diván dos Cámaras... Que todas esas palabras de libertad, publicidad, representación no os espanten. Se trata de representaciones en nuestro beneficio, y cuyo producto es inmenso, y nulo el peligro, por más que se diga..."

(Este fragmento, traducido aquí por primera vez al italiano, proviene de una carta secreta que Luis XVIII envió a Fernando VII en agosto de 1823; dicha carta cayó en manos de un agente secreto de Canning en Cádiz, y su publicación produjo una polémica en Inglaterra -cf. The Morning Chronicle, octubre de 1823.)

extraído de: http://cuartodederrota.tripod.com/democracia.htm

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