21 de septiembre de 2007

Reclamamos la libertad



"...Cito a Lenin: Reclamamos la libertad de autodeterminación. Es decir, la independencia, es decir, la libertad de separación para las naciones oprimidas. No porque soñemos con el fraccionalismo económico o con el ideal de los pequeños estados, sino, por el contrario, porque queremos grandes estados, porque aspiramos al acercamiento e incluso a la fusión de las naciones, pero sobre una base verdaderamente democrática y verdaderamente internacionalista, que es inconcebible sin la libertad de separación."

http://www.lahaine.org/index.php?p=24715

21.09.07
Entrevista con Manuel Pérez Martínez "Camarada Arenas", Secretario General del PCE(r), conseguida en la cárcel de Meco por la revista Nabarra

20 de septiembre de 2007

Cante Hondo y Popular



CANTE HONDO

A todos nos han cantado
en una noche de juerga
coplas que nos han matado...

Corazón, calla tu pena;
a todos nos han cantado
en una noche de juerga.

Malagueñas, soleares
y seguiriyas gitanas...
Historias de mis pesares
y de tus horitas malas.

Malagueñas, soleares
y seguiriyas gitanas...

Es el saber popular,
que encierra todo el saber:
que es saber sufrir, amar,
morirse y aborrecer.

Es el saber popular,
que encierra todo el saber.

Manuel Machado (1874-1947)

17 de septiembre de 2007

15 de septiembre de 2007

Javier Corcobado. Susurro



http://www.javiercorcobado.es/
http://profile.myspace.com/index.cfm?fuseaction=user.viewprofile&friendid=78653428

7 de septiembre de 2007

Elogio del beso impuro



Elogio del beso impuro

Santiago Alba Rico
Ladinamo nº 23

En una escena de Las invasiones bárbaras, del director canadiense Denys Arcand, un viejo profesor de historia hace la siguiente declaración: “La inteligencia es colectiva, nacional e intermitente. Entre la muerte de Tácito y Dante, ¿qué hay? Once siglos. ¿Y la inteligencia? Se había ido con los árabes”. Durante once siglos, en efecto, mientras los chinos preparaban la pólvora con la que más tarde dominarían el mundo los europeos, los musulmanes leían, escribían y razonaban por éstos, preparando sin saberlo su futuro despertar intelectual. La inteligencia, como la gripe aviar, no reconoce fronteras, pero necesita, al igual que ella, condiciones propicias para su propagación; y necesita, inmediatamente, un beso impuro. Se recibe siempre de otras cabezas como el placer y la lepra se reciben de otros cuerpos. Por eso la inteligencia tiene una historia, pero no una raza; y por eso hay que admitir, nos guste o no, que los árabes nos besaron, sí, en la boca y nos transmitieron su saliva mezclada de infusorios griegos, indios y persas. La escatología musulmana fecundó la Divina Comedia; la mística sufí, con mujeres como Rab'ia Al-Mudawiya, se anticipó a Pascal y San Juan de la Cruz; Omar Khayyam o Abu Nuwas llegaron antes que Bocaccio y Rabelais; Al-Hamadani inventó el género que haría famoso al Lazarillo; Ibn Khaldun es anterior a Maquiavelo; Ibn Tufayl a Gracián; Abul-Alá-Al-Maarri escribió varios siglos antes que Quevedo; Averroes no sólo abrió el camino a Santo Tomás sino también a Spinoza y Voltaire; e Ibn Hazm anticipó el neoplatonismo de Marsilio Ficino y la sutileza de Stendhal. Estamos felizmente infectados de arriba abajo y nada, salvo el suicidio, podrá salvarnos de esta vida mestiza, de esta floración bastarda, de este gran engendro solar.

La “guerra de civilizaciones”, de un lado y de otro, no puede ser combatida con razonamientos sino con deleites. En estos días, para enjuagarme la boca, vuelvo a leer El collar de la paloma (Alianza Editorial 1998, traducido en 1967 por Emilio García Gómez y precedido de un cuestionable prólogo de Ortega y Gasset), el famoso tratado sobre el amor que escribió un contemporáneo nuestro hace mil años. El cordobés Ibn Hazm describe a los enamorados como un entomólogo que ha sido muchas veces una mariposa: esos dos seres extraños, amenazadores, que “quieren estar juntos allí donde hay mucho espacio y buscan estar solos allí donde hay mucha gente”. Es el gran pecado de la “fitna”, la sombra de la “guerra civil”, la traición a la propia comunidad que en nuestra tradición encarnan tan luminosamente Romeo y Julieta, fundidos en el exterior de sus respectivas familias. El amor es, sí, la Gran Fitna, la rebelión contra el destino social y sus solidaridades regladas: he ahí dos cuerpos que se reconocen sin haberse conocido, que se desnudan sin haberse hecho daño, que se separan para unirse. La metáfora de la “guerra civil”es al mismo tiempo la actualidad de un encuentro que nada ni nadie ha preparado y el hecho mil veces repetido -y mil veces desbaratado- de una “civilización” sin genealogías ni conveniencias, pero con descendencia. Porque esa unión contra todos es -hace mil años, para azote de puritanos- una fragua de pechos, una confusión de manos. “Ni el favor del sultán, ni las ventajas del dinero, ni el ser algo tras no ser nada, ni el retorno después de una larga expatriación, ni la seguridad después del temor y de la falta de todo refugio” pueden compararse con el coito de dos enamorados; “ni el esponjarse de las plantas después del riego de la lluvia; ni el brillo de las flores luego del paso de las nubes de primavera; ni el murmullo de los arroyos entre los arriates de flores; ni la belleza de los alcázares en medio del verdor” valen lo que el polvo de dos novios acalorados.

Poeta librepensador, teólogo heterodoxo, político disidente, gran bebedor de vino y gustador de cuerpos (de ambos sexos), Ibn Hazm nació en el año 994 según nuestros cómputos de tiempo; y sin embargo me es más familiar, más próximo, más contemporáneo que Benedicto XVI, Oriana Falaci o Ben Laden. Nacido musulmán en Córdoba, pero no en España, me parece mucho más un compatriota que Isabel la Católica, José María Aznar o Camilo José Cela. La lectura es también un placer carnal que promueve la “fitna” y procura encuentros imprevistos: nos separa de los nuestros para unirnos a otras familias, fuera de las familias, principio en cada ocasión de una nueva descendencia.

La inteligencia es colectiva e intermitente, da saltos como una plaga y arraiga donde menos se la espera. Durante seis siglos -no exageremos- fue árabe y musulmana; después europea. ¿Y ahora? Me temo que ha huido de la tierra y que para hacerla volver tendremos, por una vez, que ponernos todos de acuerdo.

http://www.ladinamo.org/ldnm/articulo.php?numero=23&id=587

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=44223

5 de septiembre de 2007

Proyecto de Un Beso



Proyecto de Un Beso

Te mataré mañana cuando la luna salga
y el primer somormujo me diga su palabra
te mataré mañana poco antes del alba
cuando estés en el lecho, perdida entre los sueños
y será como cópula o semen en los labios
como beso o abrazo, o como acción de gracias
te mataré mañana cuando la luna salga
y el primer somormujo me diga su palabra
y en el pico me traiga la orden de tu muerte
que será como beso o como acción de gracias
o como una oración porque el día no salga
te mataré mañana cuando la luna salga
y ladre el tercer perro en la hora novena
en el décimo árbol sin hojas ya ni savia
que nadie sabe ya por qué está en pie en la tierra
te mataré mañana cuando caiga la hoja
decimotercera al suelo de miseria
y serás tú una hoja o algún tordo pálido
que vuelve en el secreto remoto de la tarde
te mataré mañana, y pedirás perdón
por esa carne obscena, por ese sexo oscuro
que va a tener por falo el brillo de este hierro
que va a tener por beso el sepulcro, el olvido
te mataré mañana cuando la luna salga
y verás cómo eres de bella cuando muerta
toda llena de flores, y los brazos cruzados
y los labios cerrados como cuando rezabas
o cuando me implorabas otra vez la palabra
te mataré mañana cuando la luna salga,
y así desde aquel cielo que dicen las leyendas
pedirás ya mañana por mí y mi salvación
te mataré mañana cuando la luna salga
cuando veas a un ángel armado de una daga
desnudo y en silencio frente a tu cama pálida
te mataré mañana y verás que eyaculas
cuando pase aquel frío por entre tus dos piernas
te mataré mañana cuando la luna salga
te mataré mañana y amaré tu fantasma
y correré a tu tumba las noches en que ardan
de nuevo en ese falo tembloroso que tengo
los ensueños del sexo, los misterios del semen
y será así tu lápida para mí el primer lecho
para soñar con dioses, y árboles, y madres
para jugar también con los dados de noche
te mataré mañana cuando la luna salga
y el primer somormujo me diga su palabra.

Leopoldo Maria Panero

http://www.poema-de-amor.com.ar/poemas-de.php?autor=340